domingo, 5 de febrero de 2012

Sea testigo cualquier dios...


Momentos en los que la soga te aprieta el cuello, cuando vuelves a ver que todo se esta cayendo, cuando ves que todo por lo que luchaste se desvanece, cuando te das cuenta de que todo por lo que lloraste se esta muriendo.
Cuando crees que todo se esta acabando, cuando crees ver el final, cuando crees que todo va a terminar y que nadie, ni siquiera tu, lo podrás solucionar.
En el momento en el que piensas que tu mismo eres el causante del desastre, cuando piensas que por tu culpa pasó todo aquello que le prometiste que no pasaría, cuando piensas y te das cuenta de lo idiota que fuiste al no ver lo poco que ella te pedía.

Sientes la debilidad, sientes que ya nada merecerá la pena nunca mas, que si no es ella, ninguna sera, que estas jodidamente perdido y solo tu eres el causante de tu perdición.
Sientes la rabia y el furor, la tristeza y depresión, depresión por notar que ella cambio completamente tu concepto "amor" y ahora es ella quien te enseña lo que de verdad es cometer un error.

No puedes ver, oler ni comer. No quieres andar ni correr si no es en su busca, si no es para volverla a ver. No tienes ganas de dormir, pensar, leer...no puedes razonar, no encuentras ni un solo motivo por el que culpar a otra persona cualquiera que no seas tu. Sientes el asco, la suciedad y el odio que invade tu cuerpo, el coraje e impotencia que te encogen, que te aprisionan, que te inmovilizan.
No puedes llamar a ningún dios, no puedes hablar, no quieres pensar, no puedes compartir tu desgracia con los demás, no puedes volver a ver, no tienes otra oportunidad para hacer las cosas como las debiste hacer.

Las lagrimas empapan tu rostro, te ocultan la verdad que te ahoga, tapan todo aquello en lo que no quieres pensar, dejan en tu interior un inmenso mar vacío para que lo llenes con momentos que pasaste junto con tu gran amor. Tus penas asolan tu mente, no te dejan respirar, te asfixian poco a poco, consumen el mas ligero sentimiento de felicidad. Tus propias lamentaciones no dejan hueco a la probabilidad, es imposible que te siga amando, no ahora...no ya.

Caes en la mas misera pobreza sentimental, estas tan sumamente vacío por dentro que no te quedan mas suspiros que lanzar, mueres lentamente, acordándote cada vez mas, del momento en el que le
dijiste que por siempre la ibas a cuidar.
Son sueños ahora todas sus sonrisas, todas sus palabras...todas sus caricias. Recuerdas aquel día en el que la tenias, el momento en el que tu felicidad era sumamente infinita. Recuerdas cada palabra que te decía, amor prometido, sueños partidos, promesas incumplidas.
Recuerdas aquel perfume que siempre te la acercara, escuchas la canción que le cantabas en el banco de aquel lugar. Lees tantas cartas dedicadas a la mas bella de las damas, ves ahora que tu mundo se acaba, porque cada segundo que pasa, ella se aleja mas.

Inundas todas tus risas con llantos, no encuentras ningún motivo mas. Piensas tantas cosas, que ya no sabes pensar. Se acabaron todas tus suertes, ella a tu lado ya no esta, podrás seguir maldiciendo el destino, pero fuiste tu quien la perdiste con tus tontos caprichos.
Ya no... no te volverás a cabrear, no podrás morir por celos, pues la muerte ahora te parece mas real. No quieres que sea real, pero hace ya media hora que tus lagrimas comenzaron a brotar.

Puedes ser tu el causante, pero ahora te aseguras su felicidad, fuiste un completo ignorante al pensar que algún dia volverá. Fue un día tu dama enamorada y ahora no te volverá a besar.

Vuelve a lamentar, aun te quedan largos inviernos en los que pensar, que si con ella estabas solo, ya a nadie tendrás. Sumergido en la mas completa miseria, la penumbra se acentúa cada vez mas, las tristezas que antes te cortejaban, ahora bien podrían ser tus mas completas alegrías.
Un día fuiste caballero, ahora vagabundo seras, los celos te pudieron, y no por mil cabreos mas razón llevarás.
De lo que en su vida acontezca, ya en nada estarás, estuviste días ciegos y la ceguera te hizo errar, puedes amarla en secreto, pero jamas te volverá a mirar.

Siendo yo un día tu esclavo, mi señora por siempre seras, que no sea eterna la vida...si tu vida no me deseas dar.
Que vengan testigos de donde sea, que a ti, mi vida, te quiero entregar, en forma de letras y palabras, la única compañía que me quedará. Si finalmente tu marcha se hiciera cierta, mis penas nunca acabaran.
Que supieras amada mía, que hasta la mas infinita eternidad te iré a buscar, y si por casuales no te encontrará, la soledad me inundará.
No habrá jamas deseo mayor, que el de poder tenerte hasta ser el viejo mas mayor.

Que no vuelvan a nosotros las penas, y que por siempre mantengas tu sonrisa eterna.

En los momentos en los que la soga te aprieta el cuello, mírala a ella y pídele perdón.
No hay corazón mas roto, que el del enamorado pidiendo compasión.

Sea testigo cualquier dios, que si quedase algo de mi alma por entregarle, a ella le daría mi corazón, pues no puedo imaginar un mayor sufrimiento, que tenerlo a el...y no tener su amor.

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